Bertín Osborne y Fabiola Martínez comparten la dura experiencia del diagnóstico médico de Kike.
30/11/2024
El pasado fin de semana se celebró la II edición de los premios Dona2, un evento que reconoció a destacados profesionales de diversos ámbitos. Entre los galardonados se encontraban el psiquiatra Manuel Sans, el psicólogo especializado en bioneuroemoción Enric Coberta, la novelista Marián Rojas, la chef Pepa Muñoz, así como figuras del arte como Paco Arango y Paz Padilla, y la antropóloga Izanami Muñoz. También fue reconocida Belén Domínguez, una joven sevillana que ha compartido su valiente experiencia luchando contra un tumor intramedular a través de un libro.
Este evento no hubiera sido posible si sus organizadores se hubieran dejado vencer por las complicaciones logísticas y financieras que conlleva la celebración de una ceremonia de tal envergadura. La verdadera prueba de resistencia se dio mucho antes, cuando desafiaron una recomendación médica que resultaba bastante peculiar y que, afortunadamente, hoy se considera inapropiada y casi inhumana. En lugar de rendirse a la advertencia de que “no había nada que hacer”, optaron por seguir adelante con su proyecto.
Fabiola Martínez y Bertín Osborne son los principales impulsores de esta iniciativa. Hace dieciocho años, les dijeron que su hijo Kike, quien nació con problemas de salud, no sobreviviría mucho tiempo. Esa afirmación, lejos de desalentarlos, se convirtió en un motor que les impulsó a rebelarse contra el desánimo y a crear una red de apoyo a través de la Fundación Kike Osborne, cuyo objetivo es brindar esperanza a otras familias que atraviesan situaciones similares.
En una reciente entrevista para la revista ¡HOLA!, los padres de Kike compartieron su historia y cómo esta fundación ha evolucionado en el tiempo. Aunque su creación surgió a raíz de la experiencia personal con su hijo, pronto se dieron cuenta de que podían ayudar a muchas más familias que, como ellos, se encontraban perdidas en un mar de incertidumbre. La Fundación cumple ya quince años y sigue trabajando para ofrecer apoyo y asesoramiento a aquellos que enfrentan desafíos similares.
Durante la conversación, Bertín destacó que a pesar de contar con un plan claro para su hijo, no podían ignorar el sufrimiento de otras familias en situaciones desesperadas. Así, decidieron extender su mano y ofrecer un poco de luz a quienes no sabían por dónde empezar. “Nunca hemos utilizado ni un solo recurso de la Fundación para ayudar a Kike, porque eso acordamos desde el inicio”, afirmó Bertín.
Por su parte, Fabiola recordó momentos de profunda rabia al nacimiento de Kike, enfrentándose a la dureza de aceptar la realidad. Sin embargo, expresó que su hijo ha sido un verdadero maestro en su vida, enseñándole lecciones que nunca habría imaginado. Agradece a Dios por cada uno de esos años juntos, asegurando que sin él, no sería la persona que es hoy.
La trayectoria de la Fundación Kike Osborne ha sido un viaje de transformación, no solo para Kike y sus padres, sino también para muchas familias que han encontrado en ella un refugio y una fuente de esperanza. La fuerza de esta historia radica en el compromiso comunitario y en el deseo de cambiar la narración en torno a la discapacidad, convirtiendo lo que podría haber sido una tragedia en un motivo de unión y superación.
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