Cinco novias comparten historias de cómo transformar el vestido de novia de sus madres en trajes memorables.
Cinco novias comparten historias de cómo transformar el vestido de novia de sus madres en trajes memorables.
28/12/2024
El vestido de novia es, generalmente, el atuendo que la mayoría de las novias eligen para portar en su gran día. Sin embargo, hay excepciones notables. Algunas mujeres optan por llevar el vestido que sus madres vistieron en sus propias ceremonias nupciales, como una forma de homenaje. Un claro ejemplo de esto es el selecto caso de Teresa Urquijo, quien se casó con el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, o Luisa Berge, que eligió un vestido similar al de su madre al casarse con Cristian Florez en Sotogrande. Esta elección resuena con un mensaje de sostenibilidad, una tendencia compartida también por otras novias anónimas que han captado la atención en redes sociales.
Patricia y su vestido de novia de hace 30 años
Patricia eligió un vestido diseñado por Basaldúa para su madre en 1994, adaptado a su figura por la modista de confianza, Ruslana. La prenda, elaborada en seda natural de tono marfil y con un elegante drapeado en la cintura, había estado almacenada durante tres décadas. "El vestido no había visto la luz en 30 años y requería imaginación durante el proceso de adaptación. Miré fotos de mi madre en su boda para inspirarme", declaró la novia.
Se ajustó el escote para realzar la clavícula y se trabajaron las mangas para conservar el estilo original, adaptándolas a la silueta de Patricia. La mayor dificultad consistió en diseñar una cola desmontable, permitiendo que la novia pudiera llevarla durante la ceremonia y quitarla más tarde. Ruslana implementó un sistema con 20 corchetes para facilitar esta tarea, lo que resultó un éxito.
Una vez adaptado el vestido, Patri decidió añadir un gesto significativo en su interior: las iniciales y fechas de boda de sus padres, junto con las suyas y las de su esposo, Ryan. "Era una manera de honrar a mi madre quien me cedió el vestido, y de inmortalizar nuestra conexión familiar en este día tan especial".
Begoña reutiliza elementos del vestido de su madre
Begoña asistió al taller de Raquel López con una idea clara: encontrar un vestido minimalista que integrara ciertos elementos del diseño original de su madre. Estaba decidida a que la prenda no llamara demasiado la atención por sí misma si quedaba colgada en su armario.
La novia compartió que al llegar al taller tenía una idea muy simple del vestido. Se sintió cautivada por una bambula, un tejido que añadido a la seda salvaje del vestido de su madre se complementaba a la perfección. "Raquel tomó esa idea y creó algo especial, combinando la tela, un lazo que sustituía a la cola y otros elementos de los dos vestidos", comentó. El resultado fue espectacular.
Pilar, un sueño hecho realidad con el vestido de su madre
"Desde 2017 tengo pruebas de mi vestido soñado", revela Pilar desde Córdoba. En aquella época, aún no conocía a su futuro esposo, Antonio, pero tenía la certeza de querer llevar el vestido de las hermanas Navarro, que su madre había utilizado en los años 90. La novia decidió mantener la estructura original sin realizar modificaciones sustanciales.
El vestido de corte recto, con cuello barco, cuenta con destacados bordados a modo de fajín y en las mangas. La falda, que rozaba el tobillo, se prolongaba con una espectacular cola de cuatro metros. A pesar de que le recomendaron reducirla para mayor comodidad, Pilar prefirió mantenerla para honrar a sus padres, optando por un segundo vestido para la fiesta, conservando este intacto.
Antes de la boda, el vestido, debido a su antigüedad, fue llevado a un servicio de limpieza para eliminar las manchas que aparecieron con el tiempo. Durante la limpieza, descubrieron daños que reflejaban su historia, incluyendo quemaduras en la cola. Decidieron añadir bordados sobre una capa de organza con las fechas e iniciales de ambas parejas, así como la conmovedora frase "siempre con nosotros" en memoria del padre de Pilar, quien falleció cinco meses antes de la boda.
Rocío transforma los vestidos de sus abuelas
Luego de su primer encuentro en el taller de Marcela Mansergas, Rocío se dirigió a la casa de su abuela Macu en Alcoy en busca de inspiración. Ahí encontró el vestido de novia de su abuela y una colcha de su bisabuela Chita. Al regresar a Benicasim, junto a su madre y su tía, intentaron recrear el diseño presentado por Marcela utilizando esas reliquias. Sorprendentemente, al probarse la semana siguiente el vestido de su otra abuela, Ampa, se dieron cuenta de que ambas abuelas compartían el mismo diseño, llevando cada una el mismo modelo en su boda en 1964.
Rocío contactó a la diseñadora para seguir el boceto inicial, pero utilizando los tejidos familiares que significan tanto para ella. La prenda final fue un fiel homenaje a su historia familiar, uniéndola al legado de sus abuelas en una celebración muy especial.
Además de preservar la esencia de estos vestidos, se separó la capa de la prenda principal para poder remodelar su diseño, así como modificar las mangas y la parte entallada del vestido. Rocío logró crear un homenaje perfecto a sus abuelas y a sus tradiciones familiares, y se sintió en sintonía con su historia mientras caminaba hacia el altar.
Inés y su abrigo con un significado especial
Desde el inicio de los preparativos para su boda con Martín, la murciana Inés contempló la posibilidad de llevar el vestido de su madre, aunque finalmente eligió confiar en la diseñadora Inés Lacasa para crear un diseño único que incorporara elementos clave del atuendo original. "Desde pequeña, siempre admiré cómo lucía mi madre en su boda. Guardé muchos recuerdos de sus prendas y complementos porque me encanta su estilo. El sueño de llevar su vestido estaba en mente, pero era cuestión de imaginarlo de una manera diferente", compartió.
El proceso de confección de un vestido de novia siempre es una experiencia bellamente emotiva, especialmente cuando hay una historia personal tan significativa detrás. Tal como se esperaría, la madre de Inés estuvo muy presente durante todo el proceso, incluso sugiriendo que su hija optara por un diseño nuevo en lugar de llevar su vestido. Una vez establecido el concepto, Inés Lacasa presentó varios bocetos y realizó las modificaciones pertinentes.
El resultado fue un vestido desmontable de satén blanco con corte alto, escote en pico y un drapeado en gasa de seda. Los tirantes eran finas tiras de pedrería que se unían en una elegante botonadura. También llevó un abrigo ligero elaborado con el mismo material del vestido de母e, decorado con diminutos motivos de paisley con cristalitos. Además, Inés adornó su atuendo con unos pendientes que pertenecieron a su madre y un manto especial que su madre le regaló cuando estaba embarazada de ella en 1989, bordado a mano en seda natural con un motivo floral y que se extendía hasta los 4 metros de longitud.
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