El encantador pueblo medieval de la Toscana catalana alberga un imponente castillo de defensa histórica.

25/03/2025

Ubicado en una zona de la Costa Brava que se aleja del mar, este encantador rincón se adentra pocos kilómetros en el interior, resguardándose entre cumbres y viñedos interminables. Este es el Empordà, una tierra de paso donde la cultura, la historia y el paisaje se entrelazan armoniosamente con la influencia de los Pirineos y el Mediterráneo. En el centro de esta comarca gerundense, reconocida como la Toscana catalana, se alza Peratallada, acompañada de un conjunto de pueblos igualmente cautivadores, cada uno inmerso en su propia narrativa histórica, que a su vez refleja el legado de múltiples civilizaciones. Estos pequeños núcleos se distribuyen por las colinas y cuentan con sólidos sistemas defensivos (torres, barbacanas y baluartes) que resultan excesivos para su tamaño reducido, con solo un par de calles y algunas casas.

UNA VILLA PARA VIAJEROS APASIONADOS POR LA TRANQUILIDAD

Probablemente, Peratallada sea el pueblo más ansiado y seguro el más visitado. Un exquisito entramado de piedra color miel, que se erige como un bastión inexpugnable, dominado por un majestuoso castillo que se sitúa sobre un promontorio rocoso, flanqueado por una muralla y protegido por un foso de 7 metros de profundidad. Esta piedra labrada, conocida como pedra tallada, le otorga su denominación.

A pesar de la atracción que provoca su aspecto feudal, que parece sacado de una novela de caballería, y de la afluencia turística que experimenta en temporada alta, es en esta época cuando el pueblo se siente más tranquilo y silencioso. Durante estos meses, ajeno al bullicio del verano, Peratallada revela una autenticidad que solo los viajeros que buscan la calma podrán disfrutar.

UN LUGAR DONDE EL TIEMPO PIERDE SU RUMBO

Es conveniente pasear con calma por sus callejuelas sinuosas para captar la esencia romántica que emana de los elementos góticos en la piedra ocre, las enredaderas que abrazan los muros y la explosión de color que aportan las buganvillas en cada esquina. Esta belleza le ha valido el reconocimiento como conjunto histórico y bien cultural de interés nacional (BCIN).

Así se comienza con la iglesia de Sant Esteve y su imponente fachada, un ejemplo magnífico del románico tardío del Empordà. Posteriormente, se accede al recinto a través del Portal de la Virgen, la única puerta restante de la muralla medieval, donde también se ubicaba el foso que amortiguaba los asaltos. Desde este punto, el tiempo parece desvanecerse, trasladando al visitante a una época anterior.

RINCONES MÁGICOS

En Peratallada es sencillo deambular sin rumbo, olvidándose de mapas y direcciones. Siempre se terminará cruzando en la calle Mayor, hogar de algunos de los lugares más encantadores, y en la pintoresca plaza de los Esquiladores, donde antaño se mostraban las ovejas y hoy los visitantes admiran el diseño original de las edificaciones.

Caminando, se hará notar la plaza de Les Voltes, cuyos magníficos pórticos crean una de las postales más características del lugar. Aquí, los comensales se reúnen en las terrazas de los restaurantes Pau Dolç y Cala Nena (números 6 y 11, respectivamente) que ofrecen productos locales en un ambiente acogedor.

Sin embargo, el momento culminante de cualquier visita es la plaza del Castell, donde reposa el castillo fortificado, con su emblemática torre del homenaje adornada con majestuosas almenas. Se documenta la existencia de este castillo desde 1065 (aunque algunas estructuras parecen ser aún más antiguas) cuando se anexó un palacio a la parte inferior de la estructura defensiva.

CUIDADO, DESCANSO Y DELICIA

Adyacente al castillo-palacio, el Bar del Poble desempeña funciones de oficina de turismo, observando la actividad desde la atenta mirada de la torre, que anima a numerosas fotos desde distintos ángulos. Justo abajo, el restaurante Can Nau ofrece delicias de la región, mientras que detrás se encuentra El Pati (hotelelpati.net), que se dedica a la cocina de alta calidad en un bonito jardín interior.

Y es que en Peratallada, tanto el paladar como la vista son cuidadosamente mimados, lo que se refleja en los sencillos, pero grandiosos templos gastronómicos que se encuentran en el camino. Asimismo, el descanso está garantizado en hoteles boutique como El Cau de Papibou (hotelelcaudelpaibou.com), mientras que el capricho se encuentra en tiendas como L’Encant (Calle Mayor, 10), que ofrece ropa y bisutería de diseñadores locales.

Incluso hay un espacio que rinde tributo a todos los sentidos. Se llama The Eleven House (theelevenhouse.com) y combina ser un concept store, una galería de arte, un lugar para yoga, y un salón para talleres y reuniones. En resumen, es una explosión de arte, diseño y bienestar que invita a desatar la creatividad en esta joya del Empordà.

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