Con la precariedad y la inseguridad laboral que rodea especialmente a los menores de 35 años, la oposición a las instituciones públicas nacionales es una opción cada vez más considerada. Pero no es oro todo lo que reluce. Prepararse para las oposiciones no es tarea fácil, especialmente cuando el estudio se combina con una semana laboral de 40 horas. Si bien los oponentes saben que parte de su éxito proviene de invertir tiempo, no todos pueden renunciar a trabajar y dedicarse a estudiar de la mañana a la noche. De hecho, la edad es uno de los factores más influyentes para las personas que se enfrentan a este proceso, no tanto porque los jóvenes de 25 años retienen mejor la información que los de 40, sino también porque las responsabilidades y expectativas de vida suelen ser diferentes.

María, una rondeña graduada en Periodismo de 25 años, se animó a opositar en mitad del confinamiento de marzo y abril, cansada de enviar curriculums y ver que a pesar de haber pagado varios másteres y realizado prácticas en distintas empresas, no recibía una llamada de nadie: “Después de un grado en Periodismo, un posgrado en Violencia de Género, un máster en Igualdad de Género y el máster de periodismo digital, rechazaban mis candidaturas en casi todos los procesos selectivos en los que se requería mi formación. De repente, la experiencia acreditada en prácticas y voluntariados durante tres años no contaba como experiencia ‘laboral’. Así que, durante la pandemia, comencé a investigar sobre qué hacer con mi futuro laboral y di con la oposición de Guardia Civil, en la que actualmente estoy volcada de lleno”.

“Ser funcionario público hoy día es una de las pocas formas de asegurar una situación de estabilidad laboral con una calidad de vida decente. Creo que muchas personas han decidido presentarse a alguna oposición después de darse cuenta que durante la pandemia muchos se quedaron en ERTE o al paro, ya que trabajar para el Estado significó tener la certeza de que al menos el empleo estaba asegurado. Desde mi punto de vista las oposiciones son una gran oportunidad, pero al ser un proceso tan competitivo exige mucho tiempo y esfuerzo, además de una inversión económica si decides prepararte a través de una academia”, Nos comenta Miguel, joven rondeño de 25 años que busca obtener plaza como profesor de Secundaria.

La vida del opositor es un camino de lucha constante . En efecto, la decisión que cambiará tu estilo de vida hasta ese momento conjuga con muchas variables, siendo una apuesta en muchos casos muy arriesgada. De manera concreta, no es fácil dejar los planes sociales durante un periodo de tiempo, dejar a un segundo plano a tu novio o novia, pasar menos tiempo con tus amigos  y disfrutar de menos tiempo de ocio.

En definitiva, las personas que deciden competir seriamente cambian de perspectiva, enfocando la mayor parte de sus recursos y esperanzas en uno o más exámenes que les abran las puertas a la seguridad laboral. De esta manera, la escala de prioridades cambia.

Si estás opositando, concéntrate en el optimismo, la superación personal, el entrenamiento en memoria, planificación cognitiva y resolución de problemas. Ánimo y mucha suerte y sobre todo, éxito; Recuerda que a lo largo de tu preparación te encontrarás con momentos de euforia y de desánimo. Si no se abandona, al final se consigue.

“El pesimista se queja del viento, el optimista espera que cambie, el realista ajusta las velas” (William George Ward)

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