Novia deslumbra con diseño propio y revive el estilo de su madre en un segundo look de hace 40 años.

Loreto, una diseñadora con años de experiencia, se embarcó en un desafío inédito al diseñar su propio vestido de novia. Aunque había trabajado en múltiples creaciones, nunca había llevado a cabo algo tan significativo como un atuendo nupcial. Este tipo de piezas implica una complejidad notable, no solo por ser utilizadas en un evento tan único, sino también por las expectativas emocionales que generan. El vestido debía ajustarse de manera impecable al cuerpo de Loreto, y el color blanco, que tiende a evidenciar cualquier imperfección, hacía que cada detalle contara. La creación finalmente se elaboró en Arrate, un taller en Barcelona, y resultó ser todo un acierto.

La novia confesó que nunca había consideraba crear su propio vestido, pero tras probar varias opciones diseñadas por otros, siempre encontraba algo que modificar. “Como soy diseñadora, no quería señalar las imperfecciones de los demás, así que decidí hacer uno desde cero”, explica. A pesar de ello, antes de comenzar el proceso de confección, se probó diferentes estilos, un paso que considera crucial. A Loreto siempre le han atraído los vestidos de corte lencero, pero, tras probarse varios, se dio cuenta de que no era el estilo adecuado para ella. “Recomiendo experimentar con múltiples formas y cortes, solo así sabrás qué es lo que realmente te favorece”, añade.

En cuanto a la inspiración para su look nupcial, Loreto encontró su musa en la antigua Grecia, una cultura que tanto ella como su pareja, Samuel, aprecian profundamente. Investigar sobre drapeados y plisados le llevó a descubrir el trabajo de Madame Grès, una diseñadora de los años 40 que la inspiró. Con referencia a las túnicas griegas, Loreto diseñó su vestido de forma que mantuviera ese aire clásico pero adaptado a la modernidad, incorporando asimetrías y un escote bardot.

Finalmente, con un estilo definido que incluía mangas abullonadas y detalles plásticos, el mayor reto fue seleccionar los materiales. Loreto deseaba implementar la tendencia de la superposición de tejidos, lo que requería una cuidadosa elección de telas. “Lamentablemente, cada vez es más difícil encontrar tejidos de calidad, así que decidí encargar un recurso que mandé a plisar. Utilicé bambula de seda, junto con un forro de satén para conseguir el cuerpo deseado”.

El resultado incluía mangas semitransparentes adornadas con volantes deshilachados, una elección que sorprendió a quienes la rodeaban, ya que muchos le advertían sobre la dificultad que presentarían al comer. Sin embargo, esas mismas mangas fueron de las características más alabadas del vestido.

Loreto también optó por un segundo vestido para su celebración. Sorprendentemente, eligió reciclar el vestido de novia que su madre había llevado 40 años atrás. Esta prenda, adquirida en una tienda en la que trabajaba su madre, presentaba tonos de blanco que contrasta: un tono marfil para la falda. Para la celebración, Loreto se sintió cómoda y a gusto con esta elección.

Además, durante el proceso de preparativos, la novia llevó un camisón de su tatarabuela, hallado en un viejo baúl familiar, simbolizando la unión de cuatro generaciones de mujeres. Para el ramo, seleccionó orquídeas, en homenaje a la madre de su marido, combinadas con crisantemos malva y un toque amarillo que hacía eco del coche con el que llegó a la ceremonia.

Finalmente, el día de la boda, Loreto decidió optar por un look natural para su maquillaje y un peinado que reflejase su estilo habitual. A lo largo de los años, las tendencias en el mundo nupcial han cambiado, y hoy prevalece una estética fresca y desenfadada. Con ondas suaves en su cabello de media longitud, aseguró que el vestido, el ramo y todos los detalles de su celebración reflejaban su esencia. Loreto concluyó compartiendo un consejo para futuras novias: “El vestido debe adaptarse a ti, no al revés. Ese día es para ti y tu pareja, así que sigue tu instinto y tu estilo personal”.

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