La consejera de Igualdad, Rocío Ruiz, de Ciudadanos, ha dejado al descubierto la primera discrepancia pública dentro del Gobierno andaluz de coalición, donde los naranjas apenas se distinguen de sus compañeros del PP. En un encuentro digital con militantes, Rocío Ruiz se ha declarado contraria a que sus delegados provinciales sean funcionarios. Quiere militantes de base y personas comprometidas con el proyecto y, además, niega la mayor: que eso suponga un coste cero. El argumento es ella misma, que es profesora y, al ser nombrada consejera, un empleado público debió ocupar su hueco.

Rocío Ruiz se define cada día más como la alternativa a Juan Marín, coordinador autonómico de Ciudadanos y vicepresidente de la Junta. Ése es el segundo frente. Que mantenían malas relaciones era conocido, pero Ruiz ha decidido dar este paso de visibilidad, después de que Marín amagase con listas conjuntas con el PP a las elecciones autonómicas y fuera desautorizado, por ello, por la líder nacional, Inés Arrimadas. Fuentes de Ciudadanos han explicado que eso ha creado el malestar en las menguadas bases de Ciudadanos y ha animado a los críticos a situarse en primera línea del frente para cuando haya que decidir quién será el candidato a la Junta. 



El Gobierno andaluz tiene pendiente un aumento del número de delegados en las provincias, esto es algo que ha venido reclamando Marín y que muchos consejeros del PP también comparten. Los delegados de Educación, por ejemplo, lo son también de Igualdad, con lo que no pueden atender a todas sus competencias. Esta concentración de funciones se ha debido a la idea reduccionista que el PP cultivó en la oposición sobre la estructura del Gobierno andaluz, pedía menos consejerías y menos cargos provinciales, pero ahora ha comprobado cómo esto resulta ineficaz.

Prisionero de ese pasado, el Gobierno quiere ampliar el número de delegados, pero a coste cero, con funcionarios en esos puestos. A eso es a lo que se opone Rocío Ruiz. Pero es que, además, es una solución tramposa. Aunque el delegado sea funcionario, cuenta, al menos, con un asesor, secretario y, en ocasiones, un conductor y un coche. Esta reforma está sobre la mesa del Consejo, no hay acuerdo sobre ello.

Rocío Ruiz participó este miércoles en un encuentro digital junto al responsable andaluz de comunicación, Guillermo Díaz, y el eurodiputado Jordi Cañas. El grupo parlamentario de Ciudadanos en Andalucía está dividido y los críticos con Marín son los que mejor interlocución tienen con Arrimadas y su nueva dirección.

En una mensaje en las redes en el que valora este encuentro digital, la consejera ha escrito que ni se venden ni se rinden, en lo que debe entenderse como una reivindicación de la independencia de Ciudadanos. Arrimadas lo ha explicado con claridad: entiende que los tres partidos del centro y derecha son una mejor alternativa al PSOE si acuden por separado a las elecciones, cada cual con sus singularidades.

Ruiz cuenta con el apoyo de Fran Hervías, el que fuese uno de los dirigentes de Albert Rivera, y con el del portavoz parlamentario, Sergio Romero. En Sevilla, Álvaro Pimentel y Pablo Cambronero están también en ese polo. Marín tiene a la presidenta de la Cámara, Marta Bosquet, y a los parlamentarios Julio Díaz, Enrique Moreno, Carlos Hernández y Teresa Pardo.

Juan Marín se siente, especialmente, dolido con Fran Hervías y la gente que le apoya, ya que el granadino es senador por designación del Parlamento andaluz y su esposa, Virginia Salmerón, ha sido nombrada hace poco adjunta al Defensor del Pueblo en Andalucía. Pero el caso es que Marín ya no toca todas las teclas del partido en Andalucía, y en ocasiones es puenteado por los críticos con su línea directa con Madrid.

A todo esto se une el papel de Albert Rivera. El ex dirigente de Ciudadanos forma parte de un bufete de abogados que ha recibido el encargo de Pablo Casado de dar la batalla legal contra le ley de alquileres de Cataluña. Entre los dirigentes actuales hay quien entiende que Rivera estaría promoviendo una unión de Ciudadanos con el PP, extremo no confirmado. La cercanía de Marín a Albert y su añoranza por el ex dirigentes completa el círculo argumentativo de los críticos, donde también ven al alcalde de Granada, Luis Salvador. 

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