El Presupuesto de la Junta para 2021 son unas cuentas Covid, un paréntesis de expansión del gasto antes de que las administraciones vuelvan a entrar en una fase de vacas flacas. Con un total de 40.188 millones de euros, la Junta gastará -tendrá que gastar, porque es casi una obligación- 2.164 millones de euros más de gasto no financiero, un 6,5% más que en 2020. Y podrá hacerlo con no demasiados problemas porque el Gobierno central, que es el que esta asumiendo la factura de la crisis, le financia un 1,1% del déficit, unos 1.700 millones de euros. Los consejeros de Hacienda y de Economía, Juan Bravo y Rogelio Velasco, que son los más sólidos del gabinete Moreno, han casi cerrado el círculo. Le falta lo más importante, el apoyo parlamentario de Vox.

Mientras Santiago Abascal no levante el veto que le ha puesto a Juanma Moreno por el enfado con Pablo Casado, no habrá Presupuestos. Vox apretará pero no va ahorcar al Gobierno del cambio, porque lo dejaría a los pies de las izquierdas. Si el PSOE presenta su enmienda a la totalidad antes del viernes 13 de noviembre, y es posible que lo haga, Vox tendrá que definir su voto: o con los partidos de izquierda o con el Gobierno de Moreno. No cabe la abstención; si lo hiciese, las cuentas se devolverían al Gobierno andaluz.



Aunque Bravo ha definido las cuentas como “equilibradas”, son realmente expansivas. Como ha indicado el consejero Velasco, son tan ortodoxas como la de la mayor parte de los países europeos, pero la ortodoxia, en sus propias palabras, son “gastar, gastar y gastar”. El presupuesto de Salud se eleva un 6,6%, 11.566 millones de euros, un equivalente al 7% del PIB y una plantilla de 118.000 profesionales. El de Educación, un 5%, 671 millones de euros más y 109.000 docentes. 

Esta alegría en el gasto no procederá ni del aumento de los impuestos (de hecho, el tramo autonómico del IRPF seguirá bajando en 2021) ni de un aumento de la recaudación, tampoco de la venta de patrimonio o de empresas públicas, ni de un recorte de las plantillas, sino de un endeudamiento permitido que le llevará a la Junta a entrar en déficit. La mitad de ese déficit la paga España, un 1,1%, unos 1.700 millones de euros, que provendrán del Gobierno central. El mago Bravo no ha contabilizado en la partida de ingresos algunos cientos de millones de euros más que vendrán de los fondos europeos React-UE (8.000 millones de euros para el conjunto de las autonomías) y de otras transferencias estatales, que aún no se han especificado. Por eso no cuenta con ellas en el proyecto de Presupuestos.

El portavoz del PSOE, José Fiscal, ha calificado estas cuentas de “cobarde”. Son prudentes, lo que es una muestra de valentía. El Gobierno andaluz aún tenía mayor margen para ampliar el gasto, pero ese exceso se tendrá que pagar los próximos años en deuda y, lo que es peor, el liquidaciones con el Estado. Aun este 2021 se van a pagar 220 millones de euros de las liquidaciones negativas que Mariano Rajoy tuvo que aplazar en diez cobros porque no había modo de que las comunidades abonasen lo que debían al Gobierno central.

Cada año, el Gobierno paga a las comunidades unas cantidades que se calculan en base al crecimiento de ese año; los posibles desequilibros se ajustan dos años después, y eso fue lo que le ocurrió al país con el presidente Zapatero. Ninguna prudencia roza la cobardía en un año en que hacer un Presupuesto es un alarde de imaginación, porque cada nueva ola se traducirá en cientos de millones de euros de gasto, miles de parados y caídas de la recaudación.

¿Y, a todo esto, que pide Vox? Ideología, batalla cultural, un poco de cariño para el jefe. Vox quiere, por ejemplo, que Canal Sur cambie su nombre, en consonancia con el borrado del pasado que se ejecutó con el cambio del logo de la propia Junta. No está nada mal para un partido que proponía la extinción de la radio y televisión pública de Andalucía para que fuese asumida por la RTVE, como era Telesur. 

   

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