El Cristo de la Redención y la Virgen de los Dolores han sido trasladados a la parroquia de San Juan después de una larga estancia en la Catedral debido a la lluvia que obligó a refugiar las imágenes desde el Viernes Santo hasta el Domingo de Resurrección. Esta coincidencia ha hecho que el cierre de la Semana Santa se dé al mismo tiempo que se abre el tiempo de Pascua, demostrando la paradoja que representa la fe cristiana al afirmar que la muerte es vida.
El Cristo de la Redención y la Virgen de los Dolores permanecieron en la Catedral durante 46 horas y 35 minutos debido a la lluvia que interrumpió la procesión del Viernes Santo. Tras finalizar la estación de penitencia, las imágenes fueron trasladadas de regreso a su templo en la tarde del Domingo de Resurrección, siguiendo el mismo itinerario que tenían previsto para el Viernes Santo.
A pesar de la suspensión de numerosas procesiones durante la Semana Santa debido a las previsiones de lluvia, el traslado de los titulares de la Archicofradía de los Dolores atrajo a cientos de personas a las calles este Domingo de Resurrección. El cortejo, con el Cristo de la Redención y la Virgen de los Dolores en sus tronos procesionales, contaba con una decoración elaborada con musgo, lirios morados y claveles blancos, creando una atmósfera solemne y emotiva.
El público cofrade acompañó a las imágenes desde la Catedral hasta la parroquia de San Juan, donde la Virgen de los Dolores ingresó a las 22.10 horas. Durante el recorrido, se vivieron momentos de emoción, como la interpretación de una saeta en la curva de Calderón de la Barca, marcando el inicio del tiempo de gloria y destacando el carácter único de esta archicofradía.
En resumen, el traslado de las imágenes del Cristo de la Redención y la Virgen de los Dolores a la parroquia de San Juan puso fin a una Semana Santa marcada por la lluvia, pero también por la perseverancia y la devoción de los cofrades que acompañaron a sus titulares en un emotivo cortejo procesional.