El domingo de Ramos en la Ciudad del Tajo ha estado lleno de contrastes, con momentos de luz y sombras que han marcado la jornada cofrade. Las miradas estaban fijas en el cielo, esperando la evolución de las nubes que al final empañaron la celebración y trajeron la lluvia al final de la tarde.
La Hermandad de Nuestro Padre Jesús en su Entrada Triunfal en Jerusalén y María Santísima de la Paloma fue la encargada de iniciar la procesión en la iglesia de San Antonio de Padua. A pesar de las nubes amenazantes, decidieron desafiarlas y tuvieron suerte al realizar su recorrido antes de que la lluvia hiciera acto de presencia.
El desfile contó con pequeños con pañoletas amarillas, nazarenos con túnicas blancas, mujeres de mantilla y los pasos de costaleros, acompañados por la música de la Agrupación Musical ‘Nuestro Padre Jesús de la Fe en su Sagrada Cena de Córdoba’ y la Banda de Música ‘Arunda’ de Ronda. Fue un momento esplendoroso, con miles de espectadores admirando su paso por las calles de Ronda.
Por otro lado, la Hermandad del Prendimiento decidió no arriesgar ante las previsiones de lluvia y optó por no sacar sus titulares a la calle este año. A pesar de las emociones encontradas, los cofrades aceptaron la decisión con seriedad y resignación, destacando la frase repetida de “Este año no ha podido ser”.
La Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Salud y María Santísima de la Amargura también se vio afectada por las condiciones climáticas y tuvo que dejar a sus titulares en el templo. A pesar de la decepción, encontraron consuelo en poder contemplar las imágenes de cerca en el interior de la iglesia, acompañados por la música de las agrupaciones locales.
Aunque tanto La Pollinica como Los Gitanos vivieron momentos difíciles al tener que quedarse en sus templos, comprendieron que la lluvia era un regalo divino para la ciudad de Ronda. A pesar de no poder cumplir con sus promesas de procesionar, encontraron satisfacción en la grandeza de la naturaleza y la necesidad de agua para la tierra. La Semana Santa sigue siendo un momento de reflexión y esperanza, incluso en medio de las sombras.